jueves, 11 de junio de 2009

QUÉ INJUSTICIA


Perdón por la demora... Cosas que suceden... Pero acá estoy nuevamente de la mano de Arlt... Leamos un fragmento de esta aguasfuete...

YO NO TENGO LA CULPA

Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:
"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".
Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me preguntaba:
"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Partido Socialista Independiente?"
Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvieran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.

No alvidemos que hay elecciones de concejal... evidentemente (según Roberto) no soy candidato, ni menos aún concejal... ya que no podría estar escribiendo esto.
Ahora bien, ¡que tipo este Arlt!... siempre metiendose con la clase dirigente ¿qué le habran hecho? ¿por qué padecimientos pudo llegar a pasar? Una clase tan inmaculada, incapaces de hacer algún daño... Probablemente el pobre no habrá podido ver ninguna publicidad... eh... digo, ninguna propaganda política.
Pero diganme ustedes ¿¡Acaso esos ser con sus caras llena de felicidad, pregonando slogan tan mesiánicos son capaces de hacer algún mal!?
¡Cómo pudo haber estado tan errado este escritor!
Pero bue`... Nosotros que tenemos la posibilidad de disfrutar el bombardeo publicitario... entreguémonos al deleite mediático y tengamos confianza que nuestro futuro está asegurado con hombres y mujeres tan comprometidos por el bienestar nacional... Al fin y al cabo quién carajo sabe que propuesta quieren llevar al congreso...
En fin... vay a votar como la constitución manda... pero un consejo vaya antes de almorzar... no vaya a ser cosa que le caiga mal la comida y recuerde qué carita de los candidatos le gusta más, meta la lista en el sobre (no, no intente leer los candidatos que lo acompañan, saldrá más confundido del cuarto oscuro de lo que entró) váyase a su casa y diga ya cumplí con mi obligación, y diga "al menos elegí a alguien lindo para el vejamen"

sábado, 30 de mayo de 2009

EN TIEMPOS DE POLÍTICA...

QUÉ INTERESANTE!!! REVISANDO LAS "AGUASFUERTES PORTEÑAS" DEL GENIAL Y SIEMPRE OPORTUNO DE ROBERTO ARLT, VEO QUE LA ARGENTINA TIENE UNA PARTICULARIDAD: LO ROMÁNTICA QUE ES PARA DESAPEGARSE DE ALGUNAS COSAS... ADEMÁS CONTRADICE TODAS LAS TEORÍAS QUE DICEN QUE LA HISTORIA ES LINEAL... AL NO SER QUE NUESTRO ESCRITOR HAYA VIAJADO POR EL FUTURO... EN FIN... ESTO QUE DE ALGUNA FORMA QUIERO DECIRLES, MEJOR QUE SE LO DIGA ARLT... SAQUEN SUS CONCLUSIONES Y LES DAMOS UNA MANITO EN TIEMPOS DE POLÍTICA...

¿QUIERE SER USTED DIPUTADO?

Si usted quiere ser diputado, no hable en favor de las remolachas, del petróleo, del trigo, del impuesto a la renta; no hable de fidelidad a la Constitución, al país; no hable de defensa del obrero, del empleado y del niño. No; si usted quiere ser diputado, exclame por todas partes:

-Soy un ladrón, he robado... he robado todo lo que he podido y siempre


ENTERNECIMIENTO

Así se expresa un aspirante a diputado en una novela de Octavio Mir­beau, El jardín de los suplicios.

Y si usted es aspirante a candidato a diputado, siga el consejo. Ex­clamé por todas partes:

-He robado, he robado.

La gente se enternece frente a tanta sinceridad. Y ahora le explicaré. Todos los sinvergüenzas que aspiran a chuparle la sangre al país y a ven­derlo a empresas extranjeras, todos los sinvergüenzas del pasado, el pre­sente y el futuro, tuvieron la mala costumbre de hablar a la gente de su honestidad. Ellos "eran honestos". "Ellos aspiraban a desempeñar una administración honesta." Hablaron tanto de honestidad, que no había pulgada cuadrada en el suelo donde se quisiera escupir, que no se escu­piera de paso a la honestidad. Embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad. La palabra honestidad ha estado y está en la boca de cual­quier atorrante que se para en el primer guardacantón y exclama que "el país necesita gente honesta". No hay prontuariado con antecedentes de fiscal de mesa y de subsecretario de comité que no hable de "honradez". En definitiva, sobre el país se ha desatado tal catarata de honestidad, que ya no se encuentra un solo pillo auténtico. No hay malandrino que alar­dee de serlo. No hay ladrón que se enorgullezca de su profesión. Y la gen­te, el público, harto de macanas, no quiere saber nada de conferencias. Ahora, yo que conozco un poco a nuestro público y a los que aspiran a ser candidatos a diputados, les propondré el siguiente discurso. Creo que sería de un éxito definitivo.